En la búsqueda agobiante de certezas, lo único que encontró fueron más dudas. El "por qué" le carcome la conciencia.
Las dudas lo tienen cercado, la situación lo superó, es más que él.
En un esfuerzo extraordinario, por olvidar todo y desaparecer el problema junto con sus dudas, se equivocó.
La equivocación no sólo le costó su bienestar, sino que la de otros. No se perdonaría eso nunca.
Pensó que a veces es mejor explotar por dentro y por fuera ser de piedra. Abrirse le había costado el ridículo.
No puede hacer vista gorda y olvidar todo aunque así lo desee.
Lo superó la situación y estaba inmerso en un océano de dudas, con más problemas que soluciones.
El problema, en realidad, era uno, y uno bastante grave.
Desea con toda su fuerza borrar de su memoria los momentos diurnos escuchando su respiración y sintiendo el latir de su corazón mientras ella se mantenía a la espera de cada movimiento que él hiciese.
Lo desea, pero no puede, no puede olvidar haberla sentido en sus brazos durante la noche, frágil como una hoja de vidrio.
Quiere olvidar, está resignado, siempre lo estuvo, pero no puede olvidar.
No puede porque todavía recuerda todo, y su memoria juega en su contra.